(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

miércoles, febrero 08, 2006

Decisión fatal

Después de devorar suculentos caldos de gallina en el kiosco del grifo “Santa Clara” Maikor y el gordo Mario, su ayudante, se van a dormir, se retiran a descansar después de abastecer con combustible su unidad, la fina garúa que humedece la pista pronostica un nuevo día caluroso, para ellos será complicado, deben reunir mas de ciento veinte soles para completar un pago a cuenta de la reparación del motor de su vehículo, ese que les da de comer pero también demanda un eficaz cuidado. La jornada diurna es severa, hay mas competencia por el ingreso de otra línea en la misma ruta además del incremento de batidas policiales por el accidente de otro microbús del comité que cobró la vida de seis pasajeros.

Se despierta en la madrugada, cuando el roció matinal aún no asoma, iluminado por las estrellas y Luna llena de esa noche, recorre el frondoso jardín a su cargo, verifica estén cerrados los caños y corta flores para la gruta, luego regresa a su cuarto y descansa otras dos horas antes de continuar su habitual rutina, esa que le acompaña por mas de veinte años. Teofilo García es un escrupuloso guardián en la casa de la familia Icochea; también cachuelea como jardinero a destajo en casas colindantes. Reina, la fiel perra que le obsequio un vecino le acompaña cada madrugada, hoy la notó distinta, distraída y silenciosa, a Teofilo le parece extraño ese comportamiento pero no le da importancia, mas preocupado está por la inusual gestión que debe realizar en el transcurso de la mañana en la Municipalidad de Ate.

Escuchando las noticias por la radio prepara a sus hijos, aunque se preocupa del alarmante crecimiento de violencia urbana que refiere el locutor, Erica debe llevar a los chicos donde sus padres, ellos viven en el cerro Santa Elena, ahí donde ella nació, creció y se casó, el ambiente de armonía y paz vecinal que siempre existió ahora se ha perdido con la incursión de una pandilla de adolescentes que rondan y atemorizan, los que viven en barrios periféricos no pueden detenerse, deben superar sus temores y seguir trabajando. El negocio familiar de fabricación de chalinas y ponchos de Alpaca ahora está a su cargo, necesita dirigirse a “Gamarra”, cobrarle a unos clientes y comprar materiales para otros pedidos.

Acaba de terminar la reunión de comando con el Director General de la Dirección de Transito, se apresta a salir de la Dependencia Policial e iniciar su labor, el Mayor Federico Gonzáles revisa su moto Harley Davidson, una de las pocas que aún subsisten en la división motorizada de la policía, sale a recorrer la ciudad, empieza su labor en el centro de Lima para luego desplazarse a zonas suburbanas de la capital, por razones de seguridad corresponde hacerlo con otro miembro de la institución, hoy le acompaña una suboficial recién graduada, una recia jovencita que oculta su belleza y feminidad detrás de grandes anteojos de sol. La proximidad del cumpleaños de su primogénito le preocupa, quiere obsequiarle una computadora pero el precio de un equipo nuevo supera sus posibilidades, su compañera le sugiere visitar las tiendas ubicadas en la Av. Wilson, planea hacerlo hoy.

Es casi medio día, Teofilo García regresa en micro, el calor es sofocante, esta sentado atrás, junto a otros tres pasajeros, a cada momento se golpea contra la ventana, las bruscas maniobras del chofer provocan el maltrato, parecen palitroques rebotando pero nadie se queja, él tampoco. Llegando al cruce de Huachipa Maikor pisa el acelerador, quiere ganar la luz del semáforo y dejar atrás a un ocasional competidor, acelera y enrumba hacia Santa Clara.

El destino del chofer, su ayudante Mario y los pasajeros está por cambiar, en la vía de regreso un trayler que va a excesiva velocidad trata de evitar a un imprudente mototaxista, el pesado vehiculo pierde el control e invade el carril contrario, son treinta toneladas de carga que se dirigen frontalmente contra el microbus, Maikor se da cuenta y reacciona, gira rápidamente hacia la derecha, trata de evitar la colisión pero es imposible, el choque es brutal, el peso del camión supera en casi diez veces al micro, arrastra y retuerce la carroceriía del pequeño transporte con todos sus pasajeros, se escucha chirriar las llantas, estridentes sonidos metálicos y desgarradores gritos humanos, el trayler por fin se detiene cuarenta metros mas adelante, cerca de un mercado de abastos. El escenario es escalofriante, cuerpos regados por la pista que claman por ayuda con desgarradores gritos, sangre regada en la pista o salpicada entre los retorcidos restos del destrozado vehículo, hay gente convulsionando y otra inerte. La muerte ronda y se paraliza el transito, cuando la policía a cargo del cruce y otros conductores empiezan a auxiliar a los heridos se dan cuenta que es casi imposible encontrar sobrevivientes, ahí yace Teofilo García, Erica a su lado aun muestra algunos signos de vida, pero al momento queda exánime, Maikor aprisionado entre su timón y la carrocería está desfigurado colgando hacia un lado, el gordo Mario está tirado en la pista junto a otras personas, los que recién llegan y ven lo sucedido entran en “shock”, el espectáculo es dantesco, por lo menos doce personas están heridas o muertas.

¿Existe Dios?; ¿Que es la vida?; ¿Este es el mejor mundo en el que podemos vivir?; ¿Sabemos cuanto dura nuestra existencia?; ¿Es la vida placentera?, ¿Debemos vivir cada día como el último? ,son algunas de las preguntas reflexivas que se hace el Mayor Federico Gonzáles, oficial a cargo del cruce de Huachipa y uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos.

No hay comentarios.: